viernes, 24 de agosto de 2012

INFAMES SECUELAS: El último Martes 13: La muerte de Jason


Las películas de terror suelen ser el medio más “útil” a la hora de pensar en crear una franquicia de secuelas. Si lo piensan bien, es más común ver secuelas de films “de género” que de una obra digamos más personal; y si de sacar una interminable cantidad de partes se trata, el terror es un género ineludible, casi seguro (por eso es que en esta sección más que nada hablo de ese género). Pero también es verdad que viendo los resultados, pareciera que mientras más nos alejamos en el número de secuelas peor se va poniendo la cosa, como botón de muestra sirve la película de hoy, El último Martes 13: La muerte de Jason (Jason Goes To Hell: Last Friday The 13th, 1993)



Martes 13 se encuentra entre las franquicias con más películas en su haber, contando tenemos la original, 9 secuelas, 1 spin-off o secuela mutua con Pesadilla, y 1 remake tan disímil de la original que bien podría ser otra secuela; sumando un total de 12, número difícil de emparentar. Esto no sería un problema en sí, sino fuese por las “peripecias” por las que a pasado esta historia que fue girando de una madre vengativa a un asesino torturado en su niñez; luego a otro nene con problemas mentales; más tarde un padre que no acepta la enfermedad psiquiátrica de su hijo; siguiendo un poco más al asesino de la segunda que ahora se vuelve sobrenatural gracias a ser revivido por un rayo; en la instancia siguiente enfrentarse a una psíquica; después se toma un barco (literalmente) y se muda a Nueva York; y ahora por fin nos anuncian su muerte… veremos que nos deparó esa promesa.

En primer lugar, empiezo diciendo que la cosa ya arranca mal (muy mal) a los diez minutos más o menos; como anoté ligeramente en el párrafo anterior, durante seis películas – la 1 y 5 no cuentan - vimos como Jason Voorhees (por si no lo conocen el asesino emblema de la saga) era un asesino implacable, inmortal, al que lo quisieron matar de miles de manera y siempre terminaba volviendo una vez más; bueno, ahora el significado del título local lo encontramos ni bien comienza todo. En una cabaña alejada llega una joven, se pone en pelotas, se va a dar una ducha, y ¡zas! aparece el loco con su machete para hacer de las suyas (cómo regresó de la 8 a la 9, ni idea); la cosa es que la chica es una agente del FBI que le tendió una trampa (¿?), logra sacar a Jason fuera de la cabaña y ahí lo esperan decenas de agentes ¡¡¡que lo acribillan a balazos!!! y ¡¡¡lo hacen explotar con una bomba!!!, como para asegurarse de que no regrese más. Parece que en algo fallaron, el cuerpo se hace percha pero el corazón (negro) queda intacto (¿¿??), y es así como en la morgue comienza a latir nuevamente y ¡¡¡¡¡¡¡el forense no puede resistir la tentación de comérselo!!!!!!!. Hago un parate acá para aclarar que no estoy delirando, por más pelotudo que parezca el asunto, ese es el argumento.
El forense que se manducó el corazón de Jason es poseído por el mismo, y de ahí en más el alma de Jason va ir pasando de cuerpo en cuerpo (los asesina y los posee, pff) hasta dar con la última descendiente de la familia Voorhees; parece que la única manera de retornar a su cuerpo (recomponerlo sería la palabra adecuada) es terminar con todo el linaje familiar y poseer al último pariente (y si, yo adelanté que todo todo era de una pavada extrema).
Pero no hay que temer, porque un detective se avispa de todo el asuntito este de las almas y la reencarnación familiar, y va aún más lejos, descubre que la única manera de terminar de una vez y para siempre con el asesino serial es que lo haga un familiar cercano, o sea…
Bueno, primero Jason mata a su hermana (nueve películas y recién ahora nos enteramos que la Sra. habia tenido otra hija), pero como esta tiene una hija va en busca de ella, Jessica (Kari Keegan ¿?) que a su vez tiene una hijita (siii, ¡¡Jason es tío abuelo!!). Todo lo que sigue es lo obvio, varias personas van a ir muriendo en manos de otras poseídas por el espíritu maligno (el enmascarado a las diez minutos desaparece como figura), Jessica y el detective van a ir escapando, y el final con el enfrentamiento familiar.

Como leyeron, la historia es imposible de ser tomada en serio, pero para arruinar las cosas todo está manejado como si fuese ya no una película clase B sino directamente Z, ultra berretísimo (cosa que se acentúa más a partir de esta secuela en que la franquicia pasa de ser producida por Paramount a New Line Cinema). Los actores son todos desconocidos (el único que repite es Kane Hodder como Jason) y realmente malos; la fotografía ya no solo es ruinosa sino que además está muy mal manejada, hay escenas distorsionadas, fuera de foco, mal encuadradas, un desastre.

Los efectos especiales ya son un tema aparte, por eso merecían su párrafo. Es entendible la escasez de producción en el asunto, ya que a fines de los ’80 y comienzos de los ’90, el terror había sufrido un gran declive de calidad y taquilla; pero lo de esta película ya es como demasiado. El alma de Jason es representada por un gusano (el que se ve en la carátula, pero peor) similar al chorizo que te comes antes de entrarle a la tira de asado; una cosa de hule, negrusca, con dientes de goma y ojos pintados con tempera, el colmo de la baja producción; y las explosiones parecen sacadas de otras películas como se hacía 20 años atrás. Todo está en función de una carcajada involuntaria, muy triste.

El argumento pareciera ser sacado de otra película, como si hubiese sido pensado para otra cosa - es más hasta parece el argumento de Poseídos (Fallen, 1998) - y ante la posibilidad de exprimir un poco más el asunto de Martes 13 le hayan incorporado al personaje de la máscara de hockey a último momento (y realmente creo que fue así); dando por resultado una incoherencia total.

Esta bien, esta franquicia tal vez nunca fue la gran cosa, surgió como la posibilidad de aprovecharse del éxito de Halloween (1978) y siempre se mantuvo en una calidad baja, hasta podría decirse mala; pero lo de esta secuela es como que lleva el delirio a otro nivel nunca antes visto.
Secuela infame si las hay, talvez Jason Goes To Hell… (que en su original tiene más sentido con eso de Jason se va al Diablo – o al carajo si quieren –) pueda ser disfrutada como una muy divertida comedia, una película sin ningún sentido; pero esa no fue la intención de sus productores.

Como siempre que se promete “la última” rara vez se cumple esa promesa, y Marters 13  tuvo una instancia más, quizás aún más pedorra que esta, pero eso ya es tema de otra reseña…


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